La Comisión Europea (CE) ha recomendado este miércoles a España que mantenga una política fiscal «prudente» en 2022 debido a su elevada deuda pública, que ha alcanzado este año el 125% del producto interior bruto (PIB), y que utilice las ayudas europeas del fondo de recuperación para financiar inversiones adicionales.

El recuerdo de la pasada crisis todavía está muy vivo en la Comisión Europea, el FMI y los ministerios de Finanzas de Europa. Nadie quiere repetir los errores tras el batacazo de 2008, cuando el exceso de austeridad trajo otra recesión en 2012 y años con elevado desempleo, baja inversión y malestar social, sobre todo en los países del Sur. Por eso, la Comisión continuará apostando por mantener abierta la mano al controlar el gasto nacional, prolongando hasta finales de 2022 la suspensión del Pacto de Estabilidad y Crecimiento.

Pero como indicaron los responsables económicos del Ejecutivo comunitario, el vicepresidente Valdis Dombrovskis y el comisario Paolo Gentiloni, la media docena de países con un elevado endeudamiento público, entre ellos España, deberán controlar los estímulos y en su lugar seguir una política fiscal «prudente» el próximo año.

«Una sólida combinación de gastos, centrada en las inversiones y manteniendo bajo control otros gastos, facilitará el regreso a posiciones más prudentes en el medio plazo, lo que será especialmente importante para los países con altos niveles de endeudamiento», señaló Dombrovskis.

Fin a la barra libre

Como explican fuentes comunitarias, se acabó la barra libre de gasto para apoyar empresas y trabajadores el próximo año. Estos países en la cuerda floja sobre todo deberán aprovechar los recursos del fondo de recuperación para realizar inversiones productivas.

De momento son solo indicaciones. La Comisión no presiona ni fija calendarios ni objetivos cuantitativos para ir saneando las cuentas. Pero se aprecia que, dentro del mensaje general de mantener las medidas de apoyo a la economía, Bruselas ya va predibujando diferentes sendas para la vuelta a la normalidad. Y con un déficit del 7,6% del PIB esperado para este año y una deuda de casi el 120%, España es uno de los socios que tiene que caminar con más cuidado.

Nuestro país continúa además entre la docena de países con desequilibrios macroeconómicos, sobre todo debido a los elevados niveles de deuda, tanto pública como privada, y el elevado desempleo.

Más aún, la Comisión señala que los riesgos para la sostenibilidad de la deuda española son «elevados», sobre todo por el aumento de su volumen a causa del impacto del virus, aunque no observa problemas para financiarla. Dada la sensibilidad de la trayectoria de nuestra deuda a los shocks económicos, la institución apunta que podríamos terminar en 2025 con una deuda aun más elevada que la de 2020.

El Ejecutivo comunitario además nos afea que, ya antes de que nos golpeara la pandemia, las acciones para corregir los desequilibrios macroeconómicos habían sido «limitadas». Por ejemplo, las medidas para reducir la segmentación en el mercado laboral combatiendo el abuso de los contratos temporales no fueron «muy efectivas», dice.

La vuelta a la normalidad será un ejercicio complicado, que se pilotará desde los mandos de la Comisión con las directrices de la política fiscal, y desde el timón del BCE con los estímulos monetarios. Precisamente son los 1,85 billones que se está gastando el BCE en comprar deuda la principal anestesia para mantener los mercados tranquilos para poder evitar un verano como el de 2012, cuando España tuvo que pedir el rescate.

Relacionados

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *